La Ética y la Cultura

 

La Ética y la Cultura

Principios Bíblicos sobre su Relación, Análisis de Ejemplos Culturales Contemporáneos y Evaluación desde una Perspectiva Bíblica

Resumen: El presente estudio investiga la intrincada relación entre la ética cristiana, fundamentada en la revelación divina, y la cultura humana, como constructo dinámico y contingente. Se argumenta que la ética bíblica no es culturalmente relativa, sino culturalmente relevante, proveyendo un marco normativo supracultural que permite tanto una inculturación crítica del evangelio como una evaluación profética de toda expresión cultural. A través de un análisis exegético-teológico, un diálogo con teorías éticas contemporáneas y el estudio de casos específicos (bioética, sexualidad y consumismo digital), se propone un modelo de discernimiento y compromiso cristiano que es fiel a la Escritura y pertinente para los desafíos del siglo XXI.

Palabras Clave: Ética Bíblica, Teología de la Cultura, Relativismo Cultural, Imago Dei, Bioética, Ética Sexual, Postmodernismo, Apologética Adventista.

Introducción

La interacción entre el evangelio y la cultura representa uno de los desafíos más persistentes y complejos para el pensamiento cristiano. ¿Es la ética un mero subproducto del contexto cultural, como proponen los relativistas, o existe un estándar moral trascendente y universal? Si tal estándar existe, ¿cómo se relaciona con las diversas y a menudo contradictorias expresiones culturales de la humanidad? La tensión es palpable: por un lado, una fe que no se encarna en la cultura es una fe desencarnada e ininteligible; por otro, una fe que se asimila sin crítica a la cultura corre el riesgo de sincretismo y de perder su voz profética (Carson, 2008).

Este estudio aborda dicha tensión. La tesis central es que la revelación bíblica establece una base ética anclada en el carácter inmutable de Dios y en el orden de la creación, la cual trasciende a toda cultura. Sin embargo, esta ética no se impone como un código culturalmente imperialista, sino que se revela y aplica dentro de contextos culturales específicos. El cristianismo, por tanto, no aboga por una cultura única, sino por una presencia fiel en toda cultura, evaluando, redimiendo y redirigiendo sus formas y estructuras hacia los fines del Reino de Dios. Para desarrollar esta tesis, el estudio se estructura en cuatro partes: (1) El fundamento bíblico-teológico de la relación entre ética y cultura; (2) Un diálogo crítico con las corrientes filosóficas y éticas contemporáneas; (3) El análisis de tres casos de estudio culturales contemporáneos; y (4) Una síntesis conclusiva que propone un modelo de compromiso cultural.

I

Fundamentos Bíblico-Teológicos de la Ética y la Cultura

La Escritura no presenta una teoría sistemática de la cultura, pero sí ofrece un robusto andamiaje teológico para comprenderla y evaluarla éticamente.

1.1. El Antiguo Testamento: Creación, Pacto y Crítica Profética

La base de toda ética y cultura se encuentra en la narrativa de la Creación. Al crear a la humanidad a su “imagen y semejanza” (be’tselem y kidmut), Dios establece un fundamento ontológico para la dignidad y el valor universales, previo a cualquier diferenciación cultural (Génesis 1:26-27). Esta Imago Dei es la fuente de una ley natural o conciencia moral inherente a todos los seres humanos (cf. Romanos 2:14-15). El mandato cultural de Génesis 1:28 (“Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla”) legitima la actividad cultural humana —la ciencia, el arte, la tecnología, la organización social— como una vocación sagrada, un ejercicio de sub-creación bajo la soberanía de Dios (Wright, 2004).

Sin embargo, la Caída (Génesis 3) introduce una distorsión radical. La cultura, como toda esfera de la actividad humana, queda marcada por el pecado. Se convierte en un campo de ambigüedad, capaz de producir tanto belleza y orden (Génesis 4:20-22) como arrogancia idolátrica y opresión (Génesis 11:1-9).

La elección de Israel y la entrega de la Torá en el Sinaí no deben interpretarse como un rechazo divino de las demás culturas, sino como la creación de un pueblo-modelo, una “luz para las naciones” (’or goyim, Isaías 42:6). La ley mosaica distingue entre principios morales universales (p. ej., el Decálogo), que reflejan el carácter de Dios; leyes civiles, que aplicaban esos principios al contexto socio-político del antiguo Israel; y leyes ceremoniales, que prefiguraban la obra redentora de Cristo (Doukhan, 2016). La tarea de la ética cristiana es discernir los principios transculturales subyacentes en la Torá y aplicarlos a nuevos contextos. El ministerio profético, a su vez, ejemplifica la evaluación ética de la cultura, pues profetas como Amós o Miqueas no solo denunciaron la infidelidad cúltica de Israel, sino también su injusticia social (mishpat) y su falta de rectitud (tsedaqah), usando el estándar de la ley de Dios para criticar las prácticas culturales y económicas de su tiempo.

1.2. El Nuevo Testamento: El Reino, la Iglesia y la Sabiduría Paulina

Jesucristo encarna la perfecta interacción entre la ética divina y el contexto humano. Su enseñanza, particularmente el Sermón del Monte (Mateo 5-7), presenta una ética del Reino que subvierte y radicaliza las mejores aspiraciones de la cultura judía de su tiempo. Jesús no abolió la Torá, sino que la llevó a su plenitud (plērōsai, Mateo 5:17), interiorizando sus demandas y centrándolas en el amor (agapē) a Dios y al prójimo.

El apóstol Pablo desarrolla una teología de la cultura de exquisito equilibrio. Por un lado, en la comunidad de la iglesia, las distinciones culturales y sociales se vuelven secundarias frente a la nueva identidad “en Cristo” (en Christō): “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28). Esto establece un poderoso principio de igualdad ética que desafía todas las jerarquías culturales. Por otro lado, Pablo demuestra una notable flexibilidad misiológica. Su principio en 1 Corintios 9:19-23 (“a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos”) no es un aval al relativismo, sino una estrategia de contextualización. Pablo adapta sus costumbres culturales (asuntos adiaphora, o indiferentes) para no crear barreras innecesarias al evangelio, pero jamás compromete los principios éticos fundamentales (véase su condena de la inmoralidad sexual en 1 Corintios 5-6). Su discurso en el Areópago (Hechos 17:22-31) es un modelo de cómo encontrar puentes en la cultura pagana (citando a sus poetas) para presentar la verdad bíblica.

Finalmente, la perspectiva escatológica adventista, enraizada en el gran conflicto entre Cristo y Satanás, proporciona una hermenéutica final. La cultura es un campo de batalla cósmico. Toda cultura contiene elementos del reino de Dios (gracia común, verdad, belleza, justicia) y elementos del reino de las tinieblas (archai kai exousiai, Efesios 6:12), es decir, sistemas de opresión, ideologías idolátricas y engaños. La visión final de Apocalipsis 7:9, con una multitud redimida “de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas”, no es la de una cultura celestial uniforme, sino la de una humanidad diversificada y redimida, donde lo mejor de cada cultura, purificado de pecado, es presentado en adoración a Dios.

II

Diálogo Crítico con Corrientes Éticas y Filosóficas Contemporáneas

Una ética bíblicamente informada debe dialogar críticamente con el panorama filosófico actual.

2.1. El Desafío del Relativismo Cultural

El relativismo cultural postula que la moralidad es enteramente un producto de la cultura; no existen principios éticos universales. Esta postura, aunque a menudo motivada por una loable intención de tolerancia, es filosóficamente incoherente y moralmente insostenible. Si la moral es puramente relativa, entonces no tenemos base para condenar atrocidades como el genocidio o la esclavitud si estas son culturalmente aceptadas (Rachels & Rachels, 2018). El "dilema del reformador" es particularmente agudo: figuras como Martin Luther King Jr. o William Wilberforce serían, por definición, inmorales, ya que desafiaron las normas éticas de sus propias culturas. La perspectiva bíblica, con su anclaje en la Imago Dei y la ley moral divina, ofrece un fundamento sólido para los derechos humanos universales y para la crítica profética de la injusticia en cualquier cultura.

2.2. Postmodernismo y la Sospecha de la Metanarrativa

El pensamiento postmoderno, asociado a figuras como Michel Foucault y Jacques Derrida, ha realizado una contribución valiosa al señalar cómo las narrativas culturales (metanarrativas) pueden ser instrumentos de poder y opresión. Su "hermenéutica de la sospecha" nos insta a cuestionar quién se beneficia de una determinada norma ética o social. Como cristianos, podemos afirmar esta crítica, pues la Biblia misma desenmascara constantemente el abuso de poder por parte de las élites religiosas y políticas.

Sin embargo, el rechazo postmoderno de toda metanarrativa conduce a un nihilismo paralizante. La fe cristiana ofrece una metanarrativa diferente: Creación-Caída-Redención-Restauración. Esta no es una historia de poder de un grupo sobre otro, sino la historia del autovaciamiento (kenosis) de Dios en Cristo para la salvación de todos (Filipenses 2:5-11). Esta metanarrativa, a diferencia de las ideologías seculares, provee una base trascendente para la justicia, el perdón y la esperanza, capaz de criticar el statu quo sin caer en el cinismo (Keller, 2008).

2.3. Humanismo Secular y la Búsqueda de una Ética sin Dios

El humanismo secular busca fundamentar la ética en la razón y el florecimiento humano (eudaimonia) sin referencia a lo divino. Ciertamente, existe un terreno ético común gracias a la gracia común y la ley natural. Sin embargo, sin un fundamento trascendente, la ética humanista enfrenta serios problemas. Primero, la cuestión de la obligación: ¿por qué debo ser moral, especialmente cuando va en contra de mi interés personal? Segundo, la cuestión del contenido: ¿qué constituye exactamente el "florecimiento humano"? Las respuestas varían drásticamente entre culturas e individuos. La ética bíblica fundamenta la moral no en un cálculo utilitarista o en un deber kantiano abstracto, sino en la respuesta de gratitud a un Dios personal y redentor, cuyo carácter define la bondad y cuyo propósito para la humanidad define el verdadero florecimiento. Al abordar la objeción clásica del dilema de Eutifrón, la teología cristiana no argumenta que algo es bueno porque Dios lo ordena arbitrariamente, sino que Dios lo ordena porque Él es bueno. Sus mandatos fluyen de su naturaleza inmutable (Pojman & Fieser, 2017).

III

Análisis de Casos Culturales Contemporáneos

La aplicación de este marco teológico se vuelve crucial al analizar fenómenos culturales específicos.

3.1. Caso de Estudio: Bioética y la Cultura Posthumana

La cultura contemporánea, impulsada por avances biotecnológicos, coquetea con la idea del posthumanismo: la superación de las limitaciones biológicas humanas a través de la ingeniería genética, la inteligencia artificial y las interfaces cerebro-máquina.

  • Análisis cultural: Esta tendencia se fundamenta en una visión gnóstica del cuerpo como una prisión o una máquina imperfecta que debe ser trascendida, y en una soteriología tecnológica que busca la salvación (inmortalidad, felicidad) a través de la ciencia.
  • Evaluación bíblica: Una perspectiva bíblica afirma la bondad de la creación, incluyendo nuestro cuerpo (Génesis 1:31). La tecnología médica que busca sanar y restaurar la función biológica está alineada con el mandato de cuidar la creación. Sin embargo, las tecnologías que buscan "mejorar" o rediseñar la naturaleza humana fundamental plantean serias cuestiones éticas. La Imago Dei sugiere que hay una "naturaleza" humana dada que debe ser respetada, no como una limitación a superar, sino como el don del Creador. La búsqueda de la inmortalidad a través de la tecnología es una forma de idolatría y una negación de la esperanza escatológica de la resurrección (Meilaender, 2013). La ética cristiana aboga por una "terapia" tecnológica, pero se muestra escéptica ante una "mejora" ilimitada que podría exacerbar las desigualdades sociales y redefinir lo que significa ser humano.

3.2. Caso de Estudio: La Revolución Sexual y las Estructuras Familiares

Las normas culturales sobre la sexualidad, el matrimonio y la identidad de género han experimentado una transformación radical en las últimas décadas, priorizando la autonomía individual, el consentimiento y la autorrealización como los principales pilares éticos.

  • Análisis cultural: El modelo cultural predominante es contractual y expresivo. Las relaciones se entienden como contratos temporales basados en el beneficio mutuo y la satisfacción emocional, y la identidad se percibe como una construcción personal que debe ser expresada auténticamente.
  • Evaluación bíblica: La ética bíblica presenta un modelo relacional y pactual. La sexualidad está diseñada por Dios como una fuerza poderosa y buena, destinada a la unión integral de un hombre y una mujer dentro de una relación de pacto matrimonial (Génesis 2:24; Efesios 5:22-33). Este pacto no se basa en sentimientos fluctuantes, sino en una promesa de fidelidad incondicional que refleja el amor de pacto de Dios por su pueblo. El matrimonio no es solo para la realización personal, sino para la procreación, la santificación mutua y la representación terrenal del evangelio. Al evaluar las nuevas configuraciones familiares y de identidad, la ética cristiana debe mantener una doble actitud: por un lado, una firme adhesión al ideal creacional; por otro, una profunda compasión pastoral hacia todos los individuos, reconociendo que vivimos en un mundo caído donde las relaciones y las identidades están fracturadas (Gushee, 2017; White, 2007).

3.3. Caso de Estudio: Consumismo y Cultura Digital

Vivimos en una cultura saturada por el consumismo y mediada por la tecnología digital. La identidad se construye cada vez más a través de lo que compramos y de la imagen que proyectamos en las redes sociales.

  • Análisis cultural: El consumismo promueve la idea de que la felicidad se alcanza a través de la adquisición de bienes y experiencias. La cultura digital crea una "sociedad del espectáculo" donde la vida se performa para una audiencia virtual, fomentando la comparación, la ansiedad y una atención fragmentada.
  • Evaluación bíblica: La Escritura ofrece una crítica radical al consumismo a través de su advertencia contra la idolatría y la codicia (Éxodo 20:17; Colosenses 3:5). La felicidad no se encuentra en el tener, sino en el ser y en el dar. El principio del Sábado ofrece un contrapunto divino al ciclo incesante de producción y consumo, invitando al descanso, la contemplación y la comunión con Dios y con los demás. Frente a la cultura de la imagen digital, la fe cristiana promueve una ética de la autenticidad basada no en la autopresentación, sino en la identidad segura como hijos amados de Dios. La comunidad cristiana (koinōnia) debe ser un espacio de relaciones encarnadas y vulnerables que contrarreste el aislamiento y la superficialidad de las interacciones en línea (Schreiner, 2018).

 

IV

Síntesis y Conclusión: Hacia un Modelo de Compromiso Cultural Crítico-Contextual

Este estudio ha demostrado que la relación entre la ética bíblica y la cultura no es de oposición absoluta ni de asimilación acrítica. En su lugar, se propone un modelo de compromiso cultural crítico-contextual, que se desarrolla en tres momentos:

  1. Discernimiento: El primer paso es analizar y comprender cualquier fenómeno cultural. Esto implica identificar tanto los elementos de la gracia común (verdad, belleza, justicia) que pueden estar presentes, como las ideologías subyacentes, los ídolos y las distorsiones pecaminosas. Debemos preguntar: ¿Qué está celebrando esta cultura? ¿Qué teme? ¿Qué visión del ser humano y de la vida buena está promoviendo?
  2. Crítica Profética: Basados en el estándar trascendente de la Escritura, los cristianos están llamados a ser "sal y luz" (Mateo 5:13-16). Esto implica confrontar con amor y valentía las injusticias, las falsedades y la idolatría presentes en la cultura. Esta crítica no debe nacer de un sentimiento de superioridad moral, sino de un amor genuino por el prójimo y un anhelo de que la cultura refleje mejor el propósito de Dios.
  3. Transformación Creativa: El compromiso no termina en la crítica. El mandato cultural nos llama a crear y cultivar. Los cristianos deben participar activamente en la cultura, buscando redimir sus formas y prácticas. Esto significa crear arte que refleje la belleza de Dios, desarrollar modelos de negocio justos y sostenibles, producir ciencia y tecnología que sirvan a la humanidad, y construir familias y comunidades que sean un anticipo del Reino de Dios.

En conclusión, la ética cristiana es supracultural en su fuente (Dios) y en sus principios fundamentales, pero es contextual en su aplicación. No busca abolir la cultura, sino permearla con la verdad, la gracia y la justicia del evangelio. La tarea del creyente no es escapar del mundo ni conformarse a él, sino ser un agente de transformación, anticipando el día en que la gloria y el honor de todas las culturas serán llevados a la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:24-26).

 

Bibliografía Representativa

Carson, D. A. (2008). Christ and Culture Revisited. Eerdmans.

Doukhan, J. B. (2016). Seventh-day Adventist International Bible Commentary: Genesis. Pacific Press Publishing Association.

Gushee, D. P. (2017). Kingdom Ethics: Following Jesus in Contemporary Context (2nd ed.). Eerdmans.

Keller, T. (2008). The Reason for God: Belief in an Age of Skepticism. Dutton.

Meilaender, G. C. (2013). Should We Live Forever?: The Ethical Ambiguities of Aging. Eerdmans.

Niebuhr, H. R. (1951). Christ and Culture. Harper & Row.

Pojman, L. P., & Fieser, J. (2017). Ethics: Discovering Right and Wrong (8th ed.). Cengage Learning.

Rachels, J., & Rachels, S. (2018). The Elements of Moral Philosophy (9th ed.). McGraw-Hill Education.

Schreiner, P. (2018). The Age of Perpetual Distraction. Moody Publishers.

White, E. G. (2007). El hogar cristiano. Asociación Publicadora Interamericana. (Obra original publicada en 1890).

Wright, C. J. H. (2004). Old Testament Ethics for the People of God. IVP Academic.

Wright, N. T. (2010). After You Believe: Why Christian Character Matters. HarperOne.

 

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