La Ética Cristiana ante el Adulterio y el Divorcio

 

La Ética Cristiana ante el Adulterio y el Divorcio

 Un Análisis Teológico, Histórico y Contemporáneo

Roberto Estrada

Resumen

Este estudio investiga la compleja intersección de la ética cristiana con las realidades contemporáneas del adulterio y el divorcio. Partiendo de un análisis exegético riguroso de los textos bíblicos fundacionales en sus lenguas originales, se traza el desarrollo histórico-teológico de la doctrina cristiana sobre la permanencia del matrimonio. Se establece un diálogo crítico con corrientes filosóficas seculares, como el contractualismo, el utilitarismo y el existencialismo, que han moldeado la percepción moderna de las relaciones. Finalmente, se proponen implicaciones pastorales que buscan equilibrar la fidelidad al ideal bíblico de la indisolubilidad del pacto matrimonial con la aplicación de una soteriología de la gracia y la restauración para quienes experimentan la fractura conyugal. Se argumenta que una ética cristiana robusta debe ser simultáneamente profética en su defensa del ideal divino y pastoral en su cuidado compasivo de la realidad humana caída.

Palabras Clave: Ética Cristiana, Divorcio, Adulterio, Teología del Matrimonio, Porneia, Privilegio Paulino, Pacto, Pastoral Familiar.

Introducción

La institución del matrimonio se encuentra en una encrucijada cultural. En una era caracterizada por lo que Zygmunt Bauman (2003) denominó "modernidad líquida", los vínculos permanentes son a menudo percibidos con escepticismo, reemplazados por conexiones transitorias y contractuales. Este fenómeno es un síntoma de un cambio cultural más profundo, descrito por el filósofo Charles Taylor (2007) como el paso a una "era secular", donde el marco de referencia ya no es lo sagrado o lo comunitario, sino el "yo soberano" y su búsqueda de autorrealización. Para la iglesia cristiana, este contexto presenta un desafío pastoral y teológico de primer orden. Las estadísticas de divorcio dentro de las comunidades de fe a menudo reflejan, con una triste similitud, las de la sociedad secular, generando una crisis de credibilidad y una profunda necesidad de orientación.

Este estudio aborda la cuestión perenne del adulterio y el divorcio desde una perspectiva evangélica multidisciplinaria. La metodología empleada es una hermenéutica teológica que integra el análisis gramático-histórico de los textos bíblicos, una exégesis canónica que interpreta cada pasaje a la luz del todo de la Escritura, y un diálogo crítico con la tradición teológica y la filosofía contemporánea. El objetivo no es simplemente reiterar posturas dogmáticas, sino construir un marco ético que sea a la vez fiel a la revelación divina (ortodoxia) y sensible a las complejidades del sufrimiento humano (ortopraxis). La tesis central es que el matrimonio, como pacto creacional y metáfora de la relación Cristo-Iglesia, posee una naturaleza intrínsecamente indisoluble. Sin embargo, la irrupción del pecado en el mundo (hamartiología) introduce "duras realidades" (cf. Mateo 19:8, σκληροκαρδία, sklerokardía) que la ley divina regula y la gracia redentora busca sanar.

I. Fundamentos Bíblicos y Teológicos del Matrimonio: El Ideal Divino

La ética cristiana sobre el matrimonio no comienza con prohibiciones, sino con una teología afirmativa de la creación.

A. El Pacto Creacional: "Una Sola Carne"

En Génesis 2:24, la Escritura establece el paradigma fundacional. El teólogo del Antiguo Testamento, Gordon Wenham (1987), enfatiza que la expresión "una sola carne" (בָשָׂ֥ר אֶחָֽד, bāśār 'eḥād) denota mucho más que la mera unión física; describe una nueva realidad existencial, una unión integral de vidas, propósitos y destinos. La fuerza del verbo hebreo "unirse" o "pegarse" (dāḇaq) es intensa; es la misma palabra usada para describir la adhesión del alma a Dios (Salmo 63:8). Este no es el lenguaje de un contrato temporal, sino de un pacto existencial. El matrimonio es, por tanto, la institución humana más fundamental, anterior al estado y a la propia nación de Israel, y su propósito es reflejar la imagen de un Dios relacional (Imago Dei).

Pregunta Desafiante: Si el ideal de Dios era la monogamia (Génesis 2:24), ¿por qué la Biblia registra la poligamia de patriarcas y reyes como Abraham, Jacob y David sin una condena explícita e inmediata?

Respuesta: Esta es una cuestión crucial que exige distinguir entre los textos descriptivos (lo que la Biblia narra que sucedió) y los textos prescriptivos (lo que Dios ordena). La Biblia es un libro honesto sobre las fallas de sus héroes.

  1. Nunca fue el ideal: La poligamia es una clara desviación del arquetipo de "un hombre, una mujer" de Génesis 2.
  2. Fuente constante de conflicto: Las narrativas bíblicas nunca idealizan la poligamia. Por el contrario, la describen consistentemente como una fuente de amargos celos, rivalidad y disfunción familiar (p. ej., Sara y Agar, Lía y Raquel, Ana y Penina).
  3. Regulación, no aprobación: La ley mosaica, en lugares como Deuteronomio 21:15-17, no aprueba la poligamia, sino que la regula para proteger los derechos de los hijos menos favorecidos, reconociendo una práctica cultural ya existente.
  4. Condena implícita y explícita: El estándar para los líderes de Israel (reyes y sacerdotes) apuntaba a la monogamia (Deuteronomio 17:17; 1 Timoteo 3:2). La poligamia de Salomón es explícitamente citada como la causa de su apostasía (1 Reyes 11:1-4). En resumen, la Biblia muestra que la poligamia fue una concesión a la cultura patriarcal caída, pero el ideal creacional de la monogamia se reafirma consistentemente.

B. La Metáfora Nupcial Profética

Los profetas del Antiguo Testamento utilizan la metáfora del matrimonio para describir la relación de pacto entre Dios e Israel. Esta no es una simple ilustración. Teólogos como O. Palmer Robertson (1980) han demostrado que el concepto de pacto (berit) es la columna vertebral de la teología bíblica. La fidelidad en este pacto es descrita con el término ḥeseḏ, una palabra de inmensa riqueza que combina amor leal, misericordia y compromiso inquebrantable. El adulterio, en este contexto, es la máxima traición a ese ḥeseḏ. Por tanto, la fidelidad matrimonial se convierte en un acto de discipulado, un testimonio visible del carácter fiel de Dios.

C. La Reafirmación Cristológica en el Nuevo Testamento

Cristo, en su debate con los fariseos (Mateo 19; Marcos 10), eleva el debate por encima de la casuística legal de las escuelas rabínicas de Hillel y Shammai para retornar "al principio" (ἀπ' ἀρχῆς, ap' archēs). Su conclusión, "Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre", es una declaración de autoridad divina sobre una institución humana. Pablo, en Efesios 5, lleva esta teología a su clímax. El matrimonio no solo representa a Cristo y la Iglesia; es el lugar donde los cónyuges aprenden y practican el amor sacrificial (agapē) y la sumisión mutua que caracterizan esa relación celestial. El matrimonio se convierte en una herramienta soteriológica, un medio de santificación.

II. La Concesión a la Realidad Caída: Cláusulas de Excepción

Si la indisolubilidad es el ideal, la Escritura también legisla sobre la trágica realidad de su ruptura, una legislación que debe entenderse como "control de daños" en un mundo caído.

A. El Adulterio y la Ley Mosaica

El séptimo mandamiento protege la santidad del pacto. Jesús, en el Sermón del Monte (Mateo 5:27-28), interioriza este mandamiento, mostrando que la raíz del acto adúltero está en la codicia del corazón (la lujuria). No está equiparando la lujuria con el acto físico, sino demostrando que la santidad del pacto matrimonial se viola primero en el corazón.

B. La Regulación del Divorcio en Deuteronomio 24

La controversia sobre Deuteronomio 24:1-4 ya existía en tiempos de Jesús. La escuela del rabino Hillel interpretaba la frase "algo indecente" (`erwaṯ dāḇār) de forma muy laxa, permitiendo el divorcio por casi cualquier motivo (p. ej., si la esposa quemaba la comida). La escuela del rabino Shammai la interpretaba de forma estricta, limitándola a la inmoralidad sexual grave. La respuesta de Jesús en Mateo 19 se alinea mucho más con la rigurosidad de Shammai, pero la trasciende al enraizar su argumento en la teología de la creación en lugar de la mera interpretación legal.

C. La Cláusula de Excepción de Mateo: El Debate sobre Porneia

La exégesis de πορνεία (porneia) es quizás el punto más debatido en toda la ética cristiana del divorcio. Si bien la visión mayoritaria la entiende como infidelidad sexual, la propuesta de eruditos como David Instone-Brewer (2002) es intrigante. Él argumenta, basándose en documentos legales judíos de la época (como los papiros de Elefantina), que la porneia podría referirse a cualquier violación grave de las estipulaciones del contrato matrimonial (ketubah), que incluían obligaciones como la provisión de alimento, vestido y afecto. Sin embargo, esta visión no ha alcanzado un consenso, ya que el uso de porneia en el resto del Nuevo Testamento se inclina abrumadoramente hacia la inmoralidad sexual. El erudito Craig Keener (1991) mantiene que el significado primario es la infidelidad sexual, que rompe de forma única y tangible la unión "una sola carne".

Pregunta Intrigante: ¿Por qué los evangelios de Marcos y Lucas no incluyen la "cláusula de excepción" ("salvo por causa de fornicación") que sí aparece en Mateo?

Respuesta: Esta aparente discrepancia es un fascinante ejercicio de hermenéutica de los evangelios. La explicación más aceptada se basa en la audiencia y el propósito de cada autor:

  • Mateo: Escribió principalmente para una audiencia judeocristiana. Su comunidad estaba inmersa en debates sobre la Ley de Moisés, específicamente la controversia Hillel/Shammai sobre Deuteronomio 24. Incluir la excepción era pastoralmente necesario para clarificar la postura de Jesús frente a la ley que ellos conocían y debatían.
  • Marcos y Lucas: Escribieron para audiencias predominantemente gentiles (romanas y greco-romanas, respectivamente). Para ellos, el debate intra-judío sobre Deuteronomio 24 no era el contexto principal. Por ello, presentan la enseñanza de Jesús en su forma más radical y fundamental: la afirmación del ideal creacional de la permanencia, sin entrar en las excepciones que eran relevantes para la ley judía. No es una contradicción, sino un énfasis diferente para una audiencia diferente. El principio universal es la indisolubilidad; la excepción mateana es una aclaración para un contexto legal específico.

D. El Privilegio Paulino: Abandono por un Incrédulo

En 1 Corintios 7:15, la frase clave es "no está sujeto a servidumbre" (οὐ δεδούλωται, ou dedoulōtai). El verbo douloō significa "esclavizar". Pablo está diciendo que el creyente no está "esclavizado" a un pacto que el cónyuge incrédulo ha disuelto unilateralmente por abandono. Este abandono no es una simple separación física, sino un rechazo definitivo y hostil al cónyuge a causa de su fe. Teológicamente, se entiende que el desertor ha roto el pacto, y el creyente es liberado de sus obligaciones.

III. Perspectivas Histórico-Teológicas

La comprensión de la iglesia sobre este tema no ha sido monolítica.

A. La Iglesia Primitiva y los Padres Apostólicos

La visión patrística fue extremadamente rigurosa. Autores como Hermas (en El Pastor) y Justino Mártir consideraban adúltero cualquier nuevo matrimonio tras el divorcio, por cualquier causa. Agustín de Hipona, aunque luchó inmensamente con el tema, finalmente se decantó por una postura que permitía la separación por adulterio, pero prohibía un nuevo matrimonio mientras el otro cónyuge viviera.

B. La Postura Sacramental Católica y el Concilio de Trento

La Iglesia Católica Romana, en el Concilio de Trento (1545-1563), solidificó la doctrina del matrimonio como uno de los siete sacramentos. Como tal, un matrimonio ratificado y consumado era considerado absolutamente indisoluble. No existe el divorcio, sino la anulación, que es una declaración de que nunca existió un matrimonio válido desde el principio (por impedimentos como la falta de consentimiento, el engaño, etc.). Se permite la separación física (a mensa et thoro - de mesa y lecho), pero sin posibilidad de un nuevo matrimonio.

C. La Reforma Protestante

Los reformadores, con su principio de Sola Scriptura, volvieron a examinar los textos bíblicos. Martín Lutero y Juan Calvino, entre otros, argumentaron que la postura romana no tenía fundamento bíblico y que la cláusula de Mateo y el privilegio paulino permitían legítimamente el divorcio y el nuevo matrimonio en casos de adulterio y abandono. La Confesión de Fe de Westminster (1646), un documento reformado fundamental, resume esta postura clásica.

D. La Postura Adventista del Séptimo Día

La posición adventista, articulada en su Manual de la Iglesia, se alinea estrechamente con la tradición de la Reforma. Reconoce el adulterio (interpretando porneia de esta manera) y el abandono por parte de un cónyuge no creyente como las únicas dos bases bíblicas para el divorcio y el posterior nuevo matrimonio. Además, el adventismo pone un fuerte énfasis en la gracia, el perdón y la posibilidad de restauración, incluso para aquellos que se han divorciado por razones no bíblicas, después de un período de arrepentimiento y consejería.

“Una mujer puede estar legalmente divorciada de su esposo por las leyes del país y sin embargo no estar divorciada a la vista de Dios ni según la ley superior. Sólo un pecado, el adulterio, puede hacer al esposo o a la esposa libres del voto matrimonial a la vista de Dios. Aunque las leyes del país concedan el divorcio, los cónyuges siguen siendo marido y mujer de acuerdo con la Biblia y las leyes de Dios.” TCS 88.1

IV. Diálogo Crítico con la Ética y Filosofía Contemporánea

A. Pacto vs. Contrato y el "Individualismo Expresivo"

Más allá del contractualismo de Locke, nuestra cultura actual está dominada por lo que sociólogos como Robert Bellah (1985) llamaron "individualismo expresivo". Esta cosmovisión sostiene que el propósito principal de la vida es descubrir y expresar la propia identidad única y que las relaciones (incluido el matrimonio) son valiosas solo en la medida en que contribuyen a este proyecto de autodescubrimiento y realización personal. Un matrimonio que ya no "me hace feliz" o "me permite crecer" se considera, por tanto, obsoleto. Esto es diametralmente opuesto al modelo de pacto, que se basa en la auto-entrega por el bien del otro y la gloria de Dios, no en la auto-realización.

Pregunta Crítica: ¿No es la postura cristiana sobre la indisolubilidad, especialmente frente al abuso o la infelicidad extrema, una forma de crueldad institucionalizada que atrapa a las personas en situaciones tóxicas?

Respuesta: Esta es una objeción moderna de enorme peso moral, y una mala aplicación de la doctrina bíblica puede, de hecho, llevar a la crueldad. Una respuesta teológicamente robusta debe ser matizada:

  1. El abuso es una violación radical del pacto: El abuso físico, sexual o emocional severo y persistente es una forma extrema de abandono y una traición al juramento de "amar y cuidar". Aunque no sea porneia en el sentido técnico sexual, muchos teólogos evangélicos contemporáneos (p. ej., John Frame, Wayne Grudem) argumentan que constituye una forma de ruptura del pacto tan fundamental que justifica el divorcio bajo el principio general del privilegio paulino (abandono de las obligaciones del pacto). La iglesia tiene el deber de proteger a la víctima, no de perpetuar el abuso en nombre de la "permanencia".
  2. La infelicidad no es un criterio bíblico: La Biblia nunca promete la felicidad como el objetivo del matrimonio. Promete la santificación. La "infelicidad" es a menudo un síntoma de problemas más profundos (egoísmo, falta de perdón, etc.) que deben ser abordados con consejería y arrepentimiento. Permitir el divorcio por "infelicidad" socavaría la naturaleza misma del pacto como un compromiso que persevera a través de las pruebas.
  3. Distinción entre permiso y mandato: La Biblia permite el divorcio en circunstancias trágicas; no lo manda. La reconciliación, tras un arrepentimiento genuino y un cambio de conducta, sigue siendo el ideal más elevado.

B. La Crítica Utilitarista y Consecuencialista (Se mantiene la sólida sección anterior).

C. El Desafío Existencialista a la Permanencia (Se mantiene la sólida sección anterior).

V. Implicaciones Pastorales en el Siglo XXI

A. Prevención: Edificando Matrimonios Sólidos (Se mantiene la sólida sección anterior).

B. Intervención: La Iglesia como Comunidad Terapéutica (Se mantiene la sólida sección anterior, con el añadido de la sección sobre el abuso).

C. Restauración: Ministerio a los Divorciados y Reconstituidos

Aquí nos enfrentamos a una de las preguntas pastorales más difíciles.

Pregunta Pastoralmente Compleja: Si una persona se divorcia por motivos no bíblicos y se vuelve a casar, ¿está viviendo en un estado de "adulterio continuo", como algunos han enseñado?

Respuesta: Este es un tema con profundas implicaciones para la seguridad de la salvación y la vida en la iglesia. Existen dos posturas principales:

  1. La visión del "Estado Adulterino Continuo" (minoritaria): Sostiene que el segundo matrimonio es inválido ante los ojos de Dios. Por tanto, la relación sexual dentro de ese matrimonio es un acto continuo de adulterio. La única solución es disolver el segundo matrimonio. Esta postura, aunque lógicamente coherente desde una premisa legalista, crea problemas pastorales y sociales casi insuperables (p. ej., ¿qué sucede con los hijos de esa segunda unión?).
  2. La visión del "Acto Pecaminoso, Pacto Real" (mayoritaria): Esta postura, sostenida por la mayoría de los teólogos evangélicos, argumenta que el pecado se cometió en el acto del divorcio ilícito y el posterior nuevo matrimonio. Es un pecado grave que requiere un arrepentimiento profundo. Sin embargo, una vez que los votos del segundo matrimonio se han hecho, se ha establecido un nuevo pacto ante Dios y la sociedad. Disolver este segundo pacto sería cometer otro pecado de ruptura de promesa. La persona no vive en "adulterio continuo" porque ahora está casada. Debe arrepentirse de su pasado, pero vivir fielmente en su presente pacto matrimonial. Esta visión parece equilibrar mejor la justicia (reconociendo el pecado original) y la gracia (permitiendo un nuevo comienzo).

Conclusión

La ética cristiana sobre el adulterio y el divorcio exige una sabiduría teológica y pastoral de la más alta categoría. Nos obliga a sostener en tensión el ideal profético de la permanencia del pacto y la realidad sacerdotal de ministrar a personas rotas en un mundo roto. Como custodios de la revelación divina, estamos llamados a sostener con claridad y sin disculpas la visión de Dios para el matrimonio: un pacto monógamo, heterosexual y permanente que refleja su propia fidelidad. El adulterio es una traición radical a este pacto. El divorcio sigue siendo una manifestación trágica de la dureza del corazón humano.

Sin embargo, nuestra fidelidad a este alto estándar no puede separarse del imperativo del evangelio de la gracia. La iglesia debe ser un lugar donde la verdad es proclamada sin concesiones y la gracia es aplicada sin límites a los penitentes. En un mundo de relaciones rotas, la iglesia está llamada a ser un agente de sanidad, perdón y restauración. Al hacerlo, equilibramos la verdad profética con la compasión pastoral, reflejando el carácter de un Dios que es a la vez perfectamente santo y asombrosamente misericordioso.


Referencias (Ampliadas)

Bauman, Z. (2003). Liquid Love: On the Frailty of Human Bonds. Polity Press.

Bellah, R. N., Madsen, R., Sullivan, W. M., Swidler, A., & Tipton, S. M. (1985). Habits of the Heart: Individualism and Commitment in American Life. University of California Press.

Heth, W. A., & Wenham, G. J. (1984). Jesus and Divorce: The Problem with the Evangelical Consensus. Thomas Nelson.

Iglesia Adventista del Séptimo Día. (2022). Manual de la Iglesia. Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día.

Instone-Brewer, D. (2002). Divorce and Remarriage in the Bible: The Social and Literary Context. Eerdmans.

Keener, C. S. (1991). ...And Marries Another: Divorce and Remarriage in the Teaching of the New Testament. Hendrickson Publishers.

Robertson, O. P. (1980). The Christ of the Covenants. P&R Publishing.

Sartre, J.-P. (1943). L'Être et le Néant: Essai d'ontologie phénoménologique [El Ser y la Nada: Un ensayo de ontología fenomenológica]. Gallimard.

Singer, P. (2011). Practical Ethics (3rd ed.). Cambridge University Press.

Taylor, C. (2007). A Secular Age. The Belknap Press of Harvard University Press.

Wenham, G. J. (1987). Genesis 1-15 (Word Biblical Commentary, Vol. 1). Word Books.

 

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